En el marco del conflicto armado, las comunidades vieron afectadas sus actividades económicas, afectando sus posibilidades de vivir de actividades sostenibles y en armonía con la naturaleza. Se afectó la posibilidad de desarrollar emprendimientos rurales basados en la naturaleza como el manejo de bosques de manera sostenible, actividades agropecuarias sostenibles y la transformación de productos y el desarrollo de servicios para mantener sus medios de vida. La violencia socioambiental afectó las vocaciones económicas tradicionales y generó la desarticulación de la economía campesina.